sábado, 17 de septiembre de 2011

¡No al lucro!

En Salud Un Derecho, en 2010, dijimos que nuestro movimiento ciudadano lucharía por lograr en Chile una salud igualitaria y gratuita, universal y solidaria, para todos los habitantes del territorio. Lo dijimos en nuestro manifiesto fundacional por escrito antes de que el movimiento estudiantil instalara la idea del no al lucro en educación en la agenda pública.

¿Son análogos estos dos planteamientos? Yo sostengo que sí, absolutamente. La consecuencia lógica de decir que la salud es un derecho igual para todos, es que no se puede lucrar con ella. Esta idea es radical, en efecto, porque toca la esencia de la estructuración económica de nuestro país, que se ha fosilizado en un neoliberalismo pseudo-asistencialista donde el mercado ruge y el Estado maulla, agachando con obediencia la cabeza frente a quienes hoy son dueños de Chile S.A., los grandes grupos económicos que todos conocemos. Recordemos que entre ellos están los asociados a la Cámara Chilena de la Construcción, que a su vez es dueña de Consalud, una de las principales isapres del país, que a su vez está integrada con Megasalud, la red más grande de prestadores privados del país.

Con orgullo hace pocos días nuestro ministro de salud en la sombra, el director de FONASA, Mikel Uriarte, decía que el 60% de la facturación de los prestadores privados en Chile es a FONASA, el asegurador público que financia la salud de los más pobres con las cotizaciones legales de los trabajadores de los sueldos más bajos y con aportes directos del Estado. Su entrelínea vendría a ser: bendito el momento en que dineros del Estado, de todos los chilenos, fluyen sin tropiezos a las empresas de primera categoría con fines de lucro. La defensa del lucro, en consecuencia, está asentada hoy desde el jefe del Estado hacia abajo, impregnando todos los ministerios y servicios y orientando todas las políticas públicas que surjan de este gobierno. Entonces se entiende que es loable que FONASA derive fondos significativos a los prestadores privados, por diversas modalidades como el bono AUGE, el bono invierno (que dicho sea de paso fue un fracaso), las concesiones hospitalarias, los convenios con privados en vez de reforzar la red pública, etc., etc. Entonces es loable que las isapres tengan grandes utilidades, así como es loable que existan sostenedores de escuelas que lucran con las subvenciones, preferenciales o no, y que aquí “las familias” tengan la oportunidad de elegir dónde atenderse o dónde estudiar.

Frente a este escándalo hemos dicho NO MÁS. Decimos no más lucro en educación, no más lucro en salud, no más lucro con los derechos fundamentales de las personas, no más lucro en general, no más consumidores consumistas individualizados en bases de datos y acosados por ofertas y ofertones de los clúster dedicados al negocio del dinero y del riesgo.

Decimos sí a un salud igual para todos; decimos no más sistemas de salud para ricos y otros para pobres. Decimos sí a la reposición de la solidaridad en salud, y en educación, y en la sociedad en general; decimos no a la apropiación de mi vida por pocos particulares intereses hiper archi concentrados y ávidos de más y más ganancias en desmedro de la integración de todos en los frutos del trabajo colectivo. Decimos sí a la gratuidad, porque eso nos pone en el mismo sitial a todos y cada uno, con humildad al lado de nuestra hermana y hermano; decimos no a quienes sostienen que los ricos deben, porque pueden, pagar por sus servicios, debiendo entonces explicar una y otra vez que el supuesto de que el rico pague colegios particulares pagados o la atención en Clínica Las Condes es una sociedad horrorosamente clasista que no quiere, en medida alguna, que se distribuya la riqueza entre todos.

El afán de lucro patea inmoralmente cualquier búsqueda de solidaridad o universalidad, impidiendo con escándalo que Chile sea justo e incluyente. El afán de lucro hace que unos pocos se apropien de los excedentes generados por el trabajo de unos muchos, bajo el falso supuesto de una reinversión que generará empleo y crecimiento, y por ende, bienestar para las familias y la posibilidad de “elegir”. Esto es mendaz, lo sabemos; ya se encargó esta nueva generación de movilizados de mostrarnos y enseñarnos que en las sociedades moldeadas por el afán de lucro no hay posibilidad alguna de elegir, sólo de someterse a lo que le tocó y en algunos casos levantar barricadas o traficar droga.

Entonces, con fuerza, diga conmigo: NO MÁS LUCRO EN EDUCACIÓN Y SALUD. Después póngase a pensar en qué pasa con sus platitas ahorradas para su futura pensión y cómo unos pocos administradores de esas platas nunca pierden, ni cuando aparecen las turbulencias de los mercados internacionales. Cuando haya conectado estos tres temas, entenderá por qué Chile tiene que cambiar, y no por partes ni por parches, sino que todo entero. Chile tiene que reinventar la forma de verse y entenderse a sí mismo, reconstruirse sobre bases radicalmente diferentes, nuevas y que nos generen una esperanza de vida mejor y más justa para todos. En esta visión de país, el lucro sería un convidado de piedra.