sábado, 17 de septiembre de 2011

¡No al lucro!

En Salud Un Derecho, en 2010, dijimos que nuestro movimiento ciudadano lucharía por lograr en Chile una salud igualitaria y gratuita, universal y solidaria, para todos los habitantes del territorio. Lo dijimos en nuestro manifiesto fundacional por escrito antes de que el movimiento estudiantil instalara la idea del no al lucro en educación en la agenda pública.

¿Son análogos estos dos planteamientos? Yo sostengo que sí, absolutamente. La consecuencia lógica de decir que la salud es un derecho igual para todos, es que no se puede lucrar con ella. Esta idea es radical, en efecto, porque toca la esencia de la estructuración económica de nuestro país, que se ha fosilizado en un neoliberalismo pseudo-asistencialista donde el mercado ruge y el Estado maulla, agachando con obediencia la cabeza frente a quienes hoy son dueños de Chile S.A., los grandes grupos económicos que todos conocemos. Recordemos que entre ellos están los asociados a la Cámara Chilena de la Construcción, que a su vez es dueña de Consalud, una de las principales isapres del país, que a su vez está integrada con Megasalud, la red más grande de prestadores privados del país.

Con orgullo hace pocos días nuestro ministro de salud en la sombra, el director de FONASA, Mikel Uriarte, decía que el 60% de la facturación de los prestadores privados en Chile es a FONASA, el asegurador público que financia la salud de los más pobres con las cotizaciones legales de los trabajadores de los sueldos más bajos y con aportes directos del Estado. Su entrelínea vendría a ser: bendito el momento en que dineros del Estado, de todos los chilenos, fluyen sin tropiezos a las empresas de primera categoría con fines de lucro. La defensa del lucro, en consecuencia, está asentada hoy desde el jefe del Estado hacia abajo, impregnando todos los ministerios y servicios y orientando todas las políticas públicas que surjan de este gobierno. Entonces se entiende que es loable que FONASA derive fondos significativos a los prestadores privados, por diversas modalidades como el bono AUGE, el bono invierno (que dicho sea de paso fue un fracaso), las concesiones hospitalarias, los convenios con privados en vez de reforzar la red pública, etc., etc. Entonces es loable que las isapres tengan grandes utilidades, así como es loable que existan sostenedores de escuelas que lucran con las subvenciones, preferenciales o no, y que aquí “las familias” tengan la oportunidad de elegir dónde atenderse o dónde estudiar.

Frente a este escándalo hemos dicho NO MÁS. Decimos no más lucro en educación, no más lucro en salud, no más lucro con los derechos fundamentales de las personas, no más lucro en general, no más consumidores consumistas individualizados en bases de datos y acosados por ofertas y ofertones de los clúster dedicados al negocio del dinero y del riesgo.

Decimos sí a un salud igual para todos; decimos no más sistemas de salud para ricos y otros para pobres. Decimos sí a la reposición de la solidaridad en salud, y en educación, y en la sociedad en general; decimos no a la apropiación de mi vida por pocos particulares intereses hiper archi concentrados y ávidos de más y más ganancias en desmedro de la integración de todos en los frutos del trabajo colectivo. Decimos sí a la gratuidad, porque eso nos pone en el mismo sitial a todos y cada uno, con humildad al lado de nuestra hermana y hermano; decimos no a quienes sostienen que los ricos deben, porque pueden, pagar por sus servicios, debiendo entonces explicar una y otra vez que el supuesto de que el rico pague colegios particulares pagados o la atención en Clínica Las Condes es una sociedad horrorosamente clasista que no quiere, en medida alguna, que se distribuya la riqueza entre todos.

El afán de lucro patea inmoralmente cualquier búsqueda de solidaridad o universalidad, impidiendo con escándalo que Chile sea justo e incluyente. El afán de lucro hace que unos pocos se apropien de los excedentes generados por el trabajo de unos muchos, bajo el falso supuesto de una reinversión que generará empleo y crecimiento, y por ende, bienestar para las familias y la posibilidad de “elegir”. Esto es mendaz, lo sabemos; ya se encargó esta nueva generación de movilizados de mostrarnos y enseñarnos que en las sociedades moldeadas por el afán de lucro no hay posibilidad alguna de elegir, sólo de someterse a lo que le tocó y en algunos casos levantar barricadas o traficar droga.

Entonces, con fuerza, diga conmigo: NO MÁS LUCRO EN EDUCACIÓN Y SALUD. Después póngase a pensar en qué pasa con sus platitas ahorradas para su futura pensión y cómo unos pocos administradores de esas platas nunca pierden, ni cuando aparecen las turbulencias de los mercados internacionales. Cuando haya conectado estos tres temas, entenderá por qué Chile tiene que cambiar, y no por partes ni por parches, sino que todo entero. Chile tiene que reinventar la forma de verse y entenderse a sí mismo, reconstruirse sobre bases radicalmente diferentes, nuevas y que nos generen una esperanza de vida mejor y más justa para todos. En esta visión de país, el lucro sería un convidado de piedra.

domingo, 7 de agosto de 2011

Carta de Michael Moore: Hace 30 años justo: el día que mataron a la clase media*

Viernes, 5 de agosto de 2011

Amigos:

Cada cierto tiempo, alguien sub-30 me pregunta, ¿cuándo empezó todo esto, que Estados Unidos se fuera tan a pique? Ellos dicen que han escuchado de una época en que los trabajadores podían mantener una familia y mandar sus hijos a estudios universitarios (college) con el sueldo de un sólo progenitor (y que las universidades de estados como Nueva York o California eran prácticamente gratis). Que cualquier persona que quería tener un trabajo decente lo podía conseguir. Que la gente en esos tiempos trabajaban cinco días a la semana, ocho horas al día, tenían todo el fin de semana libre y vacaciones pagadas todos los años. Que muchos empleos eran sindicalizados, desde los que llenan las bolsas en los supermercados hasta el tipo que te pinta la casa, y esto quería decir que no importaba cuan humilde era tu empleo, siempre ibas a tener una pensión garantizada, aumentos de sueldo cada cierto tiempo, seguro de salud, y alguien que te iba a defender en caso de que fueras tratado injustamente.

La gente joven ha escuchado hablar de estos tiempos míticos. Pero no es un míto. Es todo verdad. Y cuando preguntan: ¿cuándo terminó todo esto? Yo les respondo: "terminó en este día, el 5 de agosto de 1981".

Fue ese día cuando los grandes empresarios ("Big Business") y la derecha ("The Right Wing") se la jugaron, para ver si podían destruir efectivamente la clase media para poder hacerse más ricos aún.

Y lo lograron.

El 5 de agosto de 1981, Ronald Reagan echó a todos los miembros del sindicato de controladores del tráfico aéreo (PATCO) que habían desafiado su orden de volver al trabajo, y declaró el sindicato ilegal. Habían estado sólo dos días en huelga. Fue una movida decididamente audaz. Nadie nunca lo había hecho antes. Y lo que lo hizo aún más audaz era el hecho que PATCO fue uno de tres sindicatos que apoyó a Reagan para presidente! Fue un shock para todos los trabajadores del país. Si era capaz de hacer eso a quienes lo habían apoyado...¿qué haría con nosotros?

Wall Street había apoyado a Reagan cuando fue candidato, y ellos, junto con la derecha cristiana fundamentalista, querían reestructura Estados Unidos y deshacer lo que había echado a andar Franklin D. Roosevelt, un movimiento cuyo fin era mejorar la vida al trabajador común y corriente. Los ricos odian pagar buenos sueldos y dar beneficios. Odian aún más pagar impuestos. Y odian los sindicatos. Los cristianos de derecha odian cualquier cosa que suene a socialismo o dar una mano protectora a las minorías o a las mujeres.

La promesa de Reagan fue terminar con todo eso. De tal manera que cuando los controladores se botaron a huelga, él actuó sin titubear. Al echarlos a todos y cada uno, y declarar ilegal el sindicato, mandó un mensaje fuerte y claro: se acabaron los tiempos cómodos y cobijados de la clase media. "America", de ahora en adelante, iba a ser así:
  • Los súper ricos van a ganar más, mucho, mucho más, y el resto de ustedes, van a tener que pelearse las migajas que sobren.
  • ¡Todos deberán trabajar! La Mamá, el Papá, los lolos de la casa. ¡Papá! Deberás tener dos empleos para que te alcance. ¡Niños! Aquí está la llave de la casa. Quizás si lleguen sus padres a la hora de acostarse.
  • ¡50 millones de ustedes se quedarán sin protección en salud! Y seguros de salud (privados en Estados Unidos, ndt), ¡ustedes decidirán a quién cubrirán y a quién no!
  • ¡Los sindicatos son malignos! ¡Tú no te sindicalizarás! ¡No necesitas a nadie que te defienda! ¡Cállate y vuelve a trabajar! No, no te puedes ir ahora del trabajo, aún queda pega; que tus hijos se preparen solos su cena.
  • ¿Quieres ir a la universidad? No hay problema. Ponga la firmita aquí y ¡vamos pagándole al banco cómodas cuotas por 20 años más!
  • ¿Qué es un "aumento"? ¡Cállate y vuelve a trabajar!
Y así sucesivamente. Pero Reagan no podía hacer todo esto solo en 1981. Tuvo harta ayuda, específicamente del AFL-CIO (la CUT de Estados Unidos, ndt).

La principal confederación sindical de Estados Unidos instruyó a sus miembros a romper la huelga de los controladores aéreos y volver a trabajar. Y eso fue precisamente lo que hicieron los trabajadores sindicalizados. Pilotos, sobrecargos, choferes, encargados de equipaje, todos sindicalizados, actuaron como crumiros y ayudaron a romper la huelga. Y de todos los colores, volvieron a trabajar.

Reagan y Wall Street no lo podían creer! Cientos de miles de trabajadores y dirigentes sindicales apoyando el despido masivo de compañeros de sindicato. Fue Navidad en pleno agosto para los grupos empresariales norteamericanos.

Y ese fue el principio del fin. Reagan y los republicanos entonces supieron que iban a poder hacer cualquier cosa, y así actuaron. Rebajaron drásticamente los impuestos a los ricos. Si querías formar un sindicato en tu lugar de trabajo, te la pusieron más difícil. Eliminaron normas de seguridad en el trabajo. Ignoraron las reglas antimonopolio y permitieron que miles de empresas se fusionaran, fueran adquiridas o cerradas. Las corporaciones congelaron los sueldos y amenazaron con trasladarse al extranjero si los trabajadores no aceptaban sueldos más bajos y pérdida de beneficios adquiridos. Y cuando los trabajadores accedieron a trabajar por menos dinero, se fueron al extranjero igual.

Y en todo momento, una mayoría de estadounidenses estuvo de acuerdo. No hubo oposición; no hubo resistencia. Las "masas" no se sublevaron para proteger sus empleos, sus hogares, sus escuelas (que una vez fueron de las mejores del mundo). Aceptaron su suerte y se dejaron aporrear.

A veces me pregunto, ¿qué hubiese pasado si simplemente hubiésemos dejado de volar, punto, en ese año, 1981. ¿Cómo hubiese sido si todos los sindicatos le hubiesen dicho a Reagan, "¡devuélvale los empleos a los controladores o nos vamos a paro nacional!"? Tú sabes lo que hubiese ocurrido. La elite corporativa y Reagan habrían retrocedido.

Pero no lo hicimos. Y así, poco a poco, pedacito por pedacito, durante estos 30 años los que han estado en el poder han destruido la clase media de nuestro país y a la vez, han arruinado el futuro de nuestros jóvenes. Los sueldos se han estancado durante estos 30 años. Mira las estadísticas y verás que cada pérdida que ha habido tuvo su inicio en 1981.

Todo comenzó en este mismo día, hace 30 años. Uno de los días más negros de la historia de los Estados Unidos. Y dejamos que esto ocurriera. Sí, ellos tenía el poder del dinero, de los medios, y de las policías. Pero nosotros teníamos 200 millones de nosotros. ¿Alguna vez te has preguntado cómo sería todo si esos 200 millones se hubiesen indignado y hubiesen exigido que le devolvieran su vida, su empleo, sus fines de semana y su tiempo para la familia?

¿Es que nos hemos dado por vencidos? ¿Qué es lo que estamos esperando? Olvídate del 20% que apoya el Tea Party (partido de ultraderecha, ndt). ¡Nosotros somos el otro 80%! Esta pérdida y declinación sólo se va a detener cuando levantemos nuestras demandas. Y no será con una petición en internet o un tweet. Vamos a tener que apagar la tele, el computador y los videojuegos y tomarnos las calles, tal como lo hicieron en Wisconsin. Algunos de ustedes deberán ser candidatos en las elecciones municipales del próximo año. Tenemos que exigir que los demócratas se pongan los pantalones y dejen de venderse al capital, o deberán dar un paso al costado.

¿Cuándo ya no se aguanta más? El sueño de la clase media no va a reaparecer mágicamente. El plan de Wall Street es claro: Estados Unidos ha de ser una nación de ricos y pobres. ¿Estás de acuerdo con eso?

Dedica este día a reflexionar acerca de las cosas que puedes hacer en tu ámbito para dar vuelta la situación, en tu barrio, en tu trabajo, en tu colegio. ¿Habrá un mejor día para empezar que hoy?

Sinceramente,

Michael Moore

Versión original en inglés:

Friends,

From time to time, someone under 30 will ask me, "When did this all begin, America's downward slide?" They say they've heard of a time when working people could raise a family and send the kids to college on just one parent's income (and that college in states like California and New York was almost free). That anyone who wanted a decent paying job could get one. That people only worked five days a week, eight hours a day, got the whole weekend off and had a paid vacation every summer. That many jobs were union jobs, from baggers at the grocery store to the guy painting your house, and this meant that no matter how "lowly" your job was you had guarantees of a pension, occasional raises, health insurance and someone to stick up for you if you were unfairly treated.
Young people have heard of this mythical time -- but it was no myth, it was real. And when they ask, "When did this all end?", I say, "It ended on this day: August 5th, 1981."

Beginning on this date, 30 years ago, Big Business and the Right Wing decided to "go for it" -- to see if they could actually destroy the middle class so that they could become richer themselves.

And they've succeeded.

On August 5, 1981, President Ronald Reagan fired every member of the air traffic controllers union (PATCO) who'd defied his order to return to work and declared their union illegal. They had been on strike for just two days.
It was a bold and brash move. No one had ever tried it. What made it even bolder was that PATCO was one of only three unions that had endorsed Reagan for president! It sent a shock wave through workers across the country. If he would do this to the people who were with him, what would he do to us?

Reagan had been backed by Wall Street in his run for the White House and they, along with right-wing Christians, wanted to restructure America and turn back the tide that President Franklin D. Roosevelt started -- a tide that was intended to make life better for the average working person. The rich hated paying better wages and providing benefits. They hated paying taxes even more. And they despised unions. The right-wing Christians hated anything that sounded like socialism or holding out a helping hand to minorities or women.

Reagan promised to end all that. So when the air traffic controllers went on strike, he seized the moment. In getting rid of every single last one of them and outlawing their union, he sent a clear and strong message: The days of everyone having a comfortable middle class life were over. America, from now on, would be run this way:
* The super-rich will make more, much much more, and the rest of you will scramble for the crumbs that are left.
* Everyone must work! Mom, Dad, the teenagers in the house! Dad, you work a second job! Kids, here's your latch-key! Your parents might be home in time to put you to bed.

* 50 million of you must go without health insurance! And health insurance companies: you go ahead and decide who you want to help -- or not.
* Unions are evil! You will not belong to a union! You do not need an advocate! Shut up and get back to work! No, you can't leave now, we're not done. Your kids can make their own dinner.
* You want to go to college? No problem -- just sign here and be in hock to a bank for the next 20 years!
* What's "a raise"? Get back to work and shut up!

And so it went. But Reagan could not have pulled this off by himself in 1981. He had some big help: The AFL-CIO.

The biggest organization of unions in America told its members to cross the picket lines of the air traffic controllers and go to work. And that's just what these union members did. Union pilots, flight attendants, delivery truck drivers, baggage handlers -- they all crossed the line and helped to break the strike. And union members of all stripes crossed the picket lines and continued to fly.

Reagan and Wall Street could not believe their eyes! Hundreds of thousands of working people and union members endorsing the firing of fellow union members. It was Christmas in August for Corporate America.
And that was the beginning of the end. Reagan and the Republicans knew they could get away with anything -- and they did. They slashed taxes on the rich. They made it harder for you to start a union at your workplace. They eliminated safety regulations on the job. They ignored the monopoly laws and allowed thousands of companies to merge or be bought out and closed down. Corporations froze wages and threatened to move overseas if the workers didn't accept lower pay and less benefits. And when the workers agreed to work for less, they moved the jobs overseas anyway.

And at every step along the way, the majority of Americans went along with this. There was little opposition or fight-back. The "masses" did not rise up and protect their jobs, their homes, their schools (which used to be the best in the world). They just accepted their fate and took the beating.

I have often wondered what would have happened had we all just stopped flying, period, back in 1981. What if all the unions had said to Reagan, "Give those controllers their jobs back or we're shutting the country down!"? You know what would have happened. The corporate elite and their boy Reagan would have buckled.

But we didn't do it. And so, bit by bit, piece by piece, in the ensuing 30 years, those in power have destroyed the middle class of our country and, in turn, have wrecked the future for our young people. Wages have remained stagnant for 30 years. Take a look at the statistics and you can see that every decline we're now suffering with had its beginning in 1981 (here's a little scene to illustrate that from my last movie).

It all began on this day, 30 years ago. One of the darkest days in American history. And we let it happen to us. Yes, they had the money, and the media and the cops. But we had 200 million of us. Ever wonder what it would look like if 200 million got truly upset and wanted their country, their life, their job, their weekend, their time with their kids back?

Have we all just given up? What are we waiting for? Forget about the 20% who support the Tea Party -- we are the other 80%! This decline will only end when we demand it. And not through an online petition or a tweet. We are going to have to turn the TV and the computer and the video games off and get out in the streets (like they've done in Wisconsin). Some of you need to run for local office next year. We need to demand that the Democrats either get a spine and stop taking corporate money -- or step aside.

When is enough, enough? The middle class dream will not just magically reappear. Wall Street's plan is clear: America is to be a nation of Haves and Have Nothings. Is that OK for you?

Why not use today to pause and think about the little steps you can take to turn this around in your neighborhood, at your workplace, in your school? Is there any better day to start than today?

Yours,
Michael Moore
MMFlint@aol.com
MichaelMoore.com
P.S. Here are a few places you can connect with to get the ball rolling:
Showdown in America
Democracy Convention
Occupy Wall Street
October 2011
How to Join a Union, from the AFL-CIO (They've learned their lesson and have a good president now) or UE
Change to Win
MoveOn
High School Newspaper
(Just because you're under 18 doesn't mean you can't do anything!)




*Traducción libre, solidaria y no oficial realizada por mí, Vivienne Bachelet.

sábado, 30 de julio de 2011

La Cita Fallida y la Democracia Fallida

Es notable cómo en esta semana tantos se han llenado la boca con palabras como “valores republicanos” o “tradiciones republicanas” o “símbolos republicanos”. Ninguno de los personeros a quienes he escuchado hablar en estos términos tiene trayectoria de defensa hasta el límite de lo posiblemente humano de la democracia en Chile. Los presidentes de los partidos de la Concertación actuaron correctamente al no acudir a la cita que con oportunismo Sebastián Piñera les concedió en el momento justo en que los dirigentes estudiantiles se iban a reunir con representantes del Congreso.

Y vamos por partes. El ex presidente Aylwin fue el primero en salir a criticar a los líderes concertacionistas. Mejor se hubiese guardado sus comentarios en vez de sembrar división y duda en un sector que necesita con desesperación unidad de criterio y de acción. Fue precisamente bajo su mandato cuando se cristalizan y endurecen los amarres institucionales y constitucionales que dejó el régimen militar, amarres que fueron negociados en 1989 y que nunca más pudieron ser superados.

Y en virtud de esa históricamente errónea negociación, en su mandato pusilánimamente se concedió todo cuanto se pudo conceder a una derecha pinochetista y militarizada. Fue precisamente durante su mandato cuando se desmovilizó por completo toda la organización que se había levantado para las campañas de recuperación de la democracia. Si hubo un responsable principal de la pérdida de la alegría, fue precisamente esa primera generación de políticos de la Concertación, quienes liderados por Edgardo Boeninger (lo apodaban “maestro”) constituyeron lo que se vino a conocer como el Partido Transversal, conformado por un grupo de conocidos personajes de los cuatro partidos principales de la Concertación (recordemos que en esa época el arco iris tenía bastante más colores) y que tomaron todas las decisiones a espaldas de todos los demás. Fue precisamente Boeninger quien legitima, en 1992, que existan organismos de inteligencia que no estaban bajo el control soberano y que estaban filtrando información a la UDI.

Edgardo Boeninger, ministro Secretario de la Presidencia en ese primer y crítico gobierno democrático postpinochetismo, acepta un “Estado de Derecho” que dijo había que hacer funcionar sin cuestionar y que incluía aberraciones tales como los senadores designados, una Constitución nacida cual engendro dictatorial nefasto, la Ley de Amnistía, la aceptación de quórum constitucionales vergonzosamente altos…etc. La aceptación de estas disposiciones se hizo en nombre de la “política de los acuerdos” y Boeninger fue, justamente, el maestro de esa política. Tal gravitación tuvo ese principio, que las consecuencias se dejaron sentir en todos los gobiernos posteriores de la Concertación, incluyendo el de Bachelet. El principio de la política de los acuerdos llevó al nacimiento de lo que hoy conocemos como “clase política”, un grupo de personas que aplican una cierta técnica política con desvinculación de la soberanía popular.

Pero lo peor de Boeninger está en su análisis publicado en 1998, cuando dice que “si hubiéramos partido el 12 de marzo de 1990 diciendo que hay que eliminar todos los enclaves autoritarios para restablecer la plena democracia, nos hubiéramos lanzado a una batalla legislativa perdida de antemano…”. Es el autoderrotado por excelencia. Y ese fue el gobierno de Don Patricio Aylwin. Ese legado nos acompaña hasta el día de hoy.

Patricio Aylwin no tiene moral tampoco para criticar la no asistencia de los presidentes de los partidos de la Concertación a la cita mediática con Sebastián Piñera porque debió haber guardado silencio, como se hace cuando existe un conflicto de interés. Su conflicto de interés es directo ya que un pariente de primer grado suyo es sostenedora de colegios y partidaria del lucro en la educación, posiciones que son precisamente las que los estudiantes movilizados cuestionan y buscan cambiar. ¡Debió haber callado! La prudencia es valor que muchas veces escasea en nuestra clase política. Otro ex presidente, experto en protocolos republicanos, sí guardó silencio, probablemente por prudencia.

Si los pinochetistas miembros del gabinete hoy salen a hacer gárgaras con el republicanismo no nos ha de sorprender. Son los magos del travestismo político. Como los travestis, por fuera parecen demócratas y por dentro son, efectivamente, pinochetistas, tal como lo pusiera en evidencia la foto que recientemente ha circulado en las redes sociales, donde rinden pleitesía en adoración los señores Chadwick, Longueira, Lavín y Dittborn al dictador. De estos miembros del gabinete jamás hemos escuchado palabra alguna de arrepentimiento o de distanciamiento de lo que fue su pasado autoritario dictatorial. Ni una sola palabra. ¡No nos vengan ahora a dar clases de comportamiento republicano!

Hicieron bien los presidentes de los partidos de la Concertación. Actuaron con unidad, y no como indicó El Mercurio en su titular de primera página al día siguiente de la cita fallida (lo que la gente ve en los kioscos) que la Concertación se había dividido. No. No se dividió. Y El Mercurio mintió ese día en su portada.

Hicieron bien los presidentes porque actuaron con humildad frente a los que hoy están levantando las banderas de la transformación social y política de nuestra sociedad fracturada, endeudada, segmentada y aplastada por una Constitución ilegítima, pinochetista y totalitaria. En efecto, puede que este sea el primer paso hacia el largo camino de reconstitución y rearticulación de la “oposición”. El paso siguiente es, sin duda, deshacerse de todos los que fueron parte del pacto con el diablo que se selló en ese primer gobierno de la Concertación. Son esos actores políticos los que nos deben una explicación y un reconocimiento público de su error histórico, y dejemos que los actuales dirigentes vayan avanzando en la adquisición de competencias para el análisis político colectivo. Dejemos que puedan actuar con arreglo a las ideas y que antepongan las profundas demandas existenciales de nuestra sociedad por un Chile verdaderamente justo, a los cálculos cortoplacistas del titular de prensa o la encuesta mercurial. Si así hacen, su conducta será generosa en muchas más oportunidades, como lo demostraron al no prestarse para el tongo mediático que le tenía preparado el gobierno de derecha.

En buena hora falló esa cita. Nos abre la ilusión de poder empezar a considerar la batalla mayor de recuperación de la democracia, batalla que quedó postergada desde 1990. En Chile no hay crisis de representatividad, hay crisis de una institucionalidad heredada de la dictadura y frente a la cual hoy tenemos la responsabilidad histórica de botar y reemplazar por una que sea efectivamente democrática.

jueves, 14 de julio de 2011

¿Qué Quiere Realmente la UDI?

El golpe de timón que quiere imponer la UDI es ni más ni menos que terminar con todo lo que representa Piñera, tanto en términos prácticos, como en términos simbólicos. Y eso no es poco pedir.

Hoy escuché a Sara Larraín de Chile Sustentable contar la siguiente historia en la radio. Las empresas sanitarias cobran por distribuir el agua, por el alcantarillado y por tratar las aguas servidas. Luego se supone que tienen que devolver esa agua limpia que se limpió gracias a que todos pagamos, a los cauces naturales para que esté a disposición de agricultores corriente abajo. Pero como las empresas de agua también son dueñas del agua que tratan, descubrieron que podían vender esa agua limpia a las grandes mineras, sin devolverla a los cauces. O sea, ganan por limpiarla, y ganan otra vez más por venderla. Frente a este hecho, Sebastián Piñera intervino personalmente para que esta práctica cesara. ¿Por qué intervino Sebastián Piñera? Porque, según Sara Larraín, la UDI en masa fue a reclamarle en representación de los agricultores. Al hombre no le quedó más remedio que hacerse cargo de corregir el perjuicio que se estaba produciendo para los que necesitan el agua para regar sus predios, que probablemente ni siquiera son pequeños agricultores.

Esta historia, que ella relata mucho mejor que yo porque maneja bien los detalles (escuche el podcast en Radio Universidad de Chile), me sirve para introducir el tema de esta columna: ¿qué quiere realmente la UDI?

Porque sabemos que la UDI está enojada y ha estado fustigando el gobierno de la “Alianza” con más dureza que la misma Concertación. No hay día que no leamos en la prensa las declaraciones de algún prócer de la UDI diciendo que “no hay duda que el Gobierno está en una situación que requiere cambio de rumbo político” (Pérez, 13 de julio, La Segunda), o “ya se vivió la fiesta de los tecnócratas…los países progresan con políticos” (Longueira, 9 de julio, El Mercurio)…

¿Cuál es el hilo conductor de estas declaraciones? ¿Qué es lo que está leyendo la UDI? Claramente tenemos una UDI que está descontenta con la idea casi cierta de ser parte de un gobierno que podría ser un mero paréntesis entre gobiernos de la Concertación. Y eso que la UDI lo tiene todo ya. Porque tiene los grandes grupos económicos, los grandes conglomerados de la prensa y, por supuesto, el poder de las armas si eventualmente fuera necesario. Pero no basta con eso. Además, tiene 40 diputados sobre 120 y si no me fallan las matemáticas, eso representa un tercio completito de la Cámara de Diputados, dándole un poder que se lo tomó a costa de RN y gracias al sistema binominal.

Entonces, ¿qué es lo quiere la UDI? Porque además de todo lo anterior, tiene a su haber una Constitución hecha a su medida, un tema de derechos humanos sin cerrar, y una ciudadanía despolitizada y clientelizada. Aun así, la UDI reclama, y reclama porque a pesar de que el socio es más débil, ella siente que no tiene la conducción de este (su) gobierno.

En términos tácticos, lo que quiere la UDI es revertir esta autodestrucción en que se ha metido Sebastián Piñera en su presidencia. En la UDI están desesperados por cambiar el rumbo del gobierno porque saben a ciencia cierta que así como van las cosas el plato no se lo repiten jamás y, peor aún, la alianza oficialista podría incluso perder las próximas elecciones (suponiendo que los otros hagan bien su pega). Alguien dijo (Fernando Paulsen) que la UDI está pronosticando que a este paso pierden 10 puntos en la siguiente elección, y que el costo por los errores de conducción del gobierno lo van a pagar ellos, no Renovación Nacional.

Entonces, la UDI quiere… ¡politizar el gobierno! En términos tácticos, y para poder cumplir con su objetivo estratégico, necesita con urgencia romper el estilo de gobierno que instaló Piñera y que se basa en poner a empresarios y gerentes en los cargos de mayor visibilidad política. La UDI ahora está jugada por imponer su línea política y lograr que salgan todos los “tecnócratas” (dejando a Golborne como excepción) y colocar a POLÍTICOS en la conducción del Ejecutivo. La UDI tiene absolutamente claro que la única forma posible de sobrevivencia es sacudirse el estigma de que la derecha está coludida con los empresarios y volver a ser vista como la UDI popular. La Nueva Forma de Gobernar, finalmente, es un no nato, porque ese aborto provocado viene de la mano de la UDI.

La UDI necesita la conducción del gobierno para poder implantar en nuestras conciencias su idea doctrinaria del mundo; necesita la consagración completa en el marco de una pseudodemocracia que permita blanquear su imagen de antidemócratas y golpistes y poder instalar su visión de cómo debemos pensar y comportarnos “los chilenos y las chilenas” como gusta decir a Ena Von Baer. Quiere poder pensar por nosotros, poder regular desde el Estado nuestros cuerpos y nuestros afectos, poder legitimar la concentración económica total y sin contrapesos, y poder definitivamente instalar un modo de vida inspirado en Monseñor Balaguer (Opus Dei) y fiel a las ideas políticas de Jaime Guzmán, pasando el todo por un proyecto de arraigo popular.

Esto es en términos estratégicos lo que quiere la UDI. Si esto se parece en algo al totalitarismo o a ciertas expresiones históricas europeas del Siglo XX, es una pura casualidad…

jueves, 7 de julio de 2011

Por Qué el "No al Lucro" Llegó para Quedarse

El año pasado nació Salud Un Derecho y desde su inicio marcamos claramente la definición fundacional que íbamos a tener: que la salud es un derecho y que, en consecuencia, no debe ser nunca un negocio. Revisamos lo que estaba pasando en Europa y nos dimos cuenta que los españoles ya llevaban tiempo en esto, con su “Mi Salud No es un Negocio”, precisamente porque estaban en una situación parecida a la nuestra, con unos sistemas públicos de salud fuertes, pero bajo una arremetida privatizadora y pro-mercado de las autoridades socialistas en el gobierno, así como de las fuerzas pro-mercado de las comunidades. También vimos lo que pasaba en Inglaterra y lo encontramos horroroso: los ingleses tenían el modelo mundial de sistema público de salud, el NHS, y desde 1990 estaban bajo el efecto de sucesivas reformas pro-mercado instaladas y conducidas por los laboristas. Las consecuencias en estos dos países estaban a la vista, con niveles de deuda pública disparada y sacrificio en la calidad de la atención y equidad en la cobertura.

No queríamos que esto pasara en Chile. Mas aún, queríamos luchar por corregir las distorsiones que existen, para volver a un concepto solidario de salud, como el que existía antes de las reformas de Büchi a principios de los ochenta. Esto lo llamamos “la reposición de la solidaridad en salud” y definimos que sería nuestro proyecto histórico. La concreción de esta idea sólo se podría dar en la medida en que se haga una reforma estructural cambiando profundamente las bases de financiamiento de la salud en Chile a fin de hacernos cargo de los niveles de desigualdad insoportables que tenemos, así como el excesivo gasto de bolsillo en salud y la disminución de cobertura en acciones sanitarias demasiado importantes para la gente, como aquellas que se realizan en la atención primaria.

Por eso dijimos que no podía haber lucro en salud, que no podía haber un negocio en salud, porque se necesitan de todas las manos y de todos los recursos para poder dar a los que tienen menos y necesitan más, una habilitación en salud mínima que les permita vivir en dignidad y para que puedan sentir que en efecto, la salud es un derecho para cada habitante de este país.

El año pasado no había movilización estudiantil manifiesta. Cada uno debatía estas ideas entre su grupo de pares. Hasta que explotó el tema en la calle. Y hoy nos encontramos con que las demandas de los estudiantes y ciudadanos movilizados convergen con las demandas de los trabajadores y usuarios de los servicios de salud, así como con los fallos del Tribunal Constitucional, así como con las opiniones sondeadas una y otra vez por las encuestas, así como con el sentido común prevalente.

Sin embargo, sigue habiendo una cantidad no menor de personas que tienen vocerías temáticas y políticas fuertes que siguen insistiendo en que el tema aquí no es el lucro, que el mercado regulado puede funcionar para la prestación de servicios que están relacionados con derechos fundamentales como la salud y la educación.

Y los universitarios seguirán en la lucha. Y se sumarán siempre más personas que no quieren que siga este estado de cosas, y que están dispuestos a dar todo para cambiar radicalmente el status quo. La mirada de la sociedad no es lo que cambia, siempre en Chile se ha valorado la acción colectiva y solidaria. Lo que ha cambiado es la voluntad de lucha de muchas personas, que por primera vez ven que es posible expresar mayorías poderosas que impongan su voluntad por sobre las élites sobrerrepresentadas en virtud de un ilegítimo sistema binominal.

No puede haber lucro, bajo ningún punto de vista, ni en educación, ni en salud. No puede haber más Estado subsidiario, donde se pasan platas de todos los chilenos directamente a los bolsillos de empresas cuya rentabilidad ya alcanza niveles escandalosos, como bancos y universidades. ¿Cuántas marchas se tendrán que hacer para que esta voz se escuche? ¿Cuántas encuestas adversas se tendrán que entregar a las manos del presidente para que escuche lo que la gente quiere? ¿Cuánta más crisis de representatividad tiene que haber para que se produzca la trizadura final en el sistema político chileno que permita el nacimiento de un sistema democrático real que la gente sienta como legítimo y propio?

Aquí hay dos corrientes que fluyen en direcciones opuestas: una, del establishment (da lo mismo el sector político al que pertenezca) que ha rentado y disfrutado de una economía capitalista no regulada, y otra, de la gran mayoría de la gente que siente que lo único que ha recibido son promesas de bienes futuros, acompañadas de cargas financieras y de mala salud mental, presentes. El derrotero está claro: el gobierno de Sebastián Piñera será el más fracasado de la historia, y lo que vendrá después sólo los pitonisos pueden imaginar.

martes, 28 de junio de 2011

Igualdad no es lo mismo que Equidad

El año pasado, en Salud Un Derecho trabajamos en la redacción de nuestro Manifiesto. Desde entonces, me ha tocado en numerosos foros y ocasiones entrar en discusión con la gente acerca de los conceptos de igualdad y de equidad. En Salud Un Derecho finalmente nos pronunciamos por los cuatros principios que deberían orientar cualquier reforma en salud, y uno de esos fue la igualdad, mas no la equidad. ¿Por qué decidimos seguir este camino?

Porque estas dos palabras no significan lo mismo. Si bien hay diccionarios que indican que son sinónimos, también hay otros que marcan diferencias, como la Real Academia Española. Importantemente, la RAE define la palabra igualdad (ante la ley) como “principio que reconoce a todos los ciudadanos capacidad para los mismos derechos”. Por otra parte, la RAE define la palabra equidad como “disposición del ánimo que mueve a dar a cada uno lo que merece”.

Ha allí las diferencias fundamentales que hay que retener cuando construimos nuestro discurso político. ¿Es más radical plantearse la lucha por la igualdad o por la equidad? ¿Son mutuamente excluyentes estos conceptos entre sí?

En Salud Un Derecho entendemos, tal como lo dice la RAE, que la igualdad es un principio, mientras que la equidad es una disposición, o bien, un medio. La igualdad es una definición que colectivamente articulamos y que se expresa en los preceptos constitucionales que nos rigen: todos somos iguales ante la ley y ante la Constitución, porque todos somos sujetos y depositarios de los mismos derechos. Pero como no todos tenemos iguales capacidades sociales, económicas y políticas para ejercer y hacer respetar nuestros derechos, es que necesitamos de diferenciación a la hora de hacer efectivas las correcciones para que todos podamos ser iguales en derechos.

Dicho en otras palabras, la igualdad es el principio por el cual debemos luchar, y la equidad es la forma mediante la cual se materializa el principio, dando a cada uno lo que se merece precisamente para que sea un igual entre pares.

¿Qué es más radical, la igualdad o la equidad? Ni lo uno ni lo otro. El tema es que no puede existir una perspectiva de equidad si antes no instalamos la idea de la igualdad. Entonces, lucharemos por la igualdad en salud, queriendo decir que todos tienen el mismo derecho a la salud dado que este es un derecho humano esencial; pero cuando tengamos que generar las condiciones para el ejercicio de los derechos asociados al derecho a la salud, vamos a tener que actuar con equidad, dando más a los que necesitan más y tienen menos. Además, el concepto de equidad integra en sí también la idea de calidad, ya que no puede existir equidad sin igualar la calidad de servicios que la sociedad se da para asegurar a todos sus habitantes el ejercicio de los derechos.

Entonces, la igualdad es el principio, y la equidad es la forma de hacer que ese principio se haga realidad para todos. Aplíquese este razonamiento a salud, educación, relación entre los sexos, etc. Porque queremos una sociedad de iguales, es que reconocemos que no todos son iguales. Los iguales somos iguales en derechos, pero las necesidades entre grupos y colectivos más o menos aventajados pueden llegar a ser profundamente diferentes, y de eso nos tenemos que hacer cargo como sociedad, en un gesto de equidad.

viernes, 17 de junio de 2011

El Derecho a la Salud

Presentación ante Foro FEUC 15 de junio de 2011

Sentencia del Tribunal Constitucional 30 de noviembre de 2010. 
56: Que, en efecto, este Tribunal ha señalado que el contenido esencial de la seguridad social se revela en una interpretación sistemática del texto constitucional, en el que se recogen los principios de solidaridad, universalidad, igualdad y suficiencia y unidad o uniformidad, sobre todo si se ven conjuntamente el derecho a la salud (artículo 19, Nº 9°) y el derecho a la seguridad social (artículo 19, Nº 18°). (STC Rol Nº 1710, considerandos 131° a 135°). En la seguridad social, la acción del Estado, incluida por tanto la del legislador, debe estar “dirigida a garantizar el acceso de todos los habitantes” a las prestaciones de seguridad social.

Dicho rol, como se observa, implica, por de pronto, “garantizar”. Tal mandato conlleva un rol activo, no pasivo; se trata de hacer todo lo posible para que lo encomendado se lleve a cabo. Enseguida, implica garantizar “el acceso”. Ya se observó por esta Magistratura (STC Rol N° 1710) que esta fórmula era la manera en que la Constitución busca hacer viables los derechos sociales que regula (educación, salud y seguridad social). Exige que se permita incorporar o acercar a las personas a un régimen de prestaciones, con o sin cotizaciones obligatorias. Finalmente, implica el acceso sin discriminaciones, pues el mandato constitucional es para que “todos los habitantes” puedan involucrarse. Se consagra así el principio de universalidad subjetiva de la seguridad social, pues son todas las personas a quienes el Estado debe garantizar el acceso a prestaciones.


La disyuntiva de estos tiempos es la discusión entre los que sostienen que los derechos sociales no existen como tales, sino que existen servicios y bienes que deben transarse en el mercado para obtener una mayor eficiencia, y estos bienes y servicios transados por lucro darían respuesta a las necesidades de protección de la gente.

Los que sostienen esta postura, los individualistas mercantilistas (versus el liberalismo igualitario), creen que las personas deben tener la libertad de elegir dónde y con quién atenderse, educarse y recibir su pensión de vejez. Creen que las fuerzas del mercado permitirán una competencia tal que se garantizará la eficiencia en la provisión de los servicios comprados, así como su calidad.

La realidad, sin embargo, porfiadamente muestra que las cosas no son así. Hoy tenemos más de una generación universitaria que quedará endeudada por décadas como resultado de la “comoditización” de la educación; tenemos a tres millones de beneficiarios de isapres que sufren discriminación por razón de su edad y sexo y un acceso limitado a prestaciones de salud y ningún acceso a cuidados preventivos y de promoción de la salud; y vemos a cohortes enteras de adultos que deben jubilar con pensiones escandalosamente bajas debido la creación de un mercado de capitales a costa del esfuerzo del trabajo de toda una vida.

El problema que se nos presenta es que esta forma de ver el mundo, basado en el neoliberalismo que nos permea hasta en nuestra forma de relacionarnos en familia y en pareja, está entronizado en nuestra sociedad y en nuestra cultura, está presente en todas las relaciones que se establecen. Y aparece como un mantra que no es posible de cambiar.

Sin embargo, las marchas y las protestas de los últimos tiempos, y el hecho de que hoy haya un gobierno de derecha instalado en la Moneda, con todos sus intereses y conflictos de interés puestos en plena evidencia ante la opinión pública, ha ido soltando la ira crítica de la gente que ya no quiere más que se negocie con cosas que son vistas como bienes públicos esenciales y que deben ser protegidos por la sociedad. Estos bienes incluyen, sin ir más lejos, la protección del medioambiente, el acceso a una educación pública y gratuita, y la protección a la salud y a la vejez.

Entonces, lo que está cambiando es la mirada que tienen estas nuevas generaciones que hoy sacan voz por aquellas generaciones que fueron derrotadas en el pasado, tanto en 1973, como en los 20 años de gobiernos de la Concertación. Estas nuevas generaciones ahora exigen solidaridad en vez de individualismo, igualdad en vez de desigualdad, gratuidad en la provisión de bienes públicos en vez de endeudamiento, por mencionar algunos.

¿Por qué no es posible que se siga pensando en la salud como un negocio? Porque para que exista legítimamente un lucro en salud (o en educación), todos deben poder cobrar su “margen”. Cuando estamos en una sociedad profundamente desigual como la nuestra, hay unos pocos que pueden cobrar ese margen o lucro, y muchos, muchos otros, que no lo pueden hacer, porque son trabajadores asalariados o desempleados. Si yo pudiera cobrarle a mi empleador por mi trabajo, y además un margen que me permitiera “lucrar” con mi trabajo, las condiciones del contrato social del país cambiarían, pero la esencia del capitalismo es la transferencia de “plusvalía” del trabajo al capital. Entonces es impensable que la gente gane por su trabajo con arreglo a la equiparación entre trabajo y capital. Ello no es posible en la medida en que la riqueza y el dinero se concentran en tan pocas familias como ocurre en nuestro país.

Para la gente ya constituye una inmoralidad ser testigos de cómo se hacen negocios con su salud, con su educación, con su vejez. Debemos, en efecto, hacernos cargo de lo que el Tribunal Constitucional señala en su considerando 54 y entender, de una vez por todas, que hay que cambiar el sistema, que hay que cambiar las bases sobre las cuales se ha construido el contrato social de nuestro país. Ojalá los que detentan el poder y la riqueza se allanen de una vez por todas a entender que las cosas no pueden seguir como están. Estos son los intereses que hoy aparecen con desfachatez en todas partes, y que la ciudadanía crecientemente rechaza.

Debemos buscar una forma de relacionarnos que atienda a las necesidades de la gente, que entienda que en la medida que exista desigualdad esta debe ser afrontada y derrotada como sociedad, y que se debe fomentar la solidaridad del colectivo por sobre el individualismo que nos convierte a todos en consumidores y clientes y ya no en personas sujetas de dignidad, por no decir derechos.

Estos tiempos son de cambios profundos, no de hablar de la política pública y su titular o letra chica. Los cambios están ocurriendo en la gente, en su percepción de lo que debe ser y lo que no debe ser. Esta nueva visión inevitablemente se traducirá en un nuevo tipo de acuerdo social que será el resultado de fricciones y debates que se darán entre múltiples actores sociales y político-ciudadanos. Debemos prepararnos para estar presentes, con toda nuestra fuerza y convicción, para así poder sentar en Chile las bases de una sociedad construida sobre la justicia y la solidaridad, y no sobre el individualismo y la segmentación social.

Dra. Vivienne Bachelet Norelli
Centro de Alumnos, Facultad de Medicina, Universidad Católica de Chile
15 de junio de 2011

domingo, 12 de junio de 2011

¿Política de los Acuerdos o Colusión en la Política?

Los ciudadanos legítimamente se preocupan, ya que sienten que no son parte de la política de los acuerdos. Veamos por qué.

Acuerdo:

Real Academia Española: Resolución que se toma en los tribunales, sociedades, comunidades u órganos colegiados. Resolución premeditada de una sola persona o de varias. Convenio entre dos o más partes.

Colusión:

Real Academia Española: Pacto ilícito en daño de tercero.

Como se puede apreciar, las definiciones de estas dos palabras que han aparecido insistentemente en la agenda pública de nuestro país en los últimos tiempos dan para reflexionar. ¿Estamos frente a una noble iniciativa de la clase política con el propósito de encontrar un terreno común para fomentar el bien colectivo? ¿O estamos frente a la reiteración de una práctica que contumazmente deja fuera de las decisiones más importantes que afectan a la sociedad a las grandes mayorías nacionales?

La respuesta a esta pregunta no es irrelevante. No importa cuál sea la verdadera intención de quién hoy diga, desde algún cargo de representación política, “necesitamos volver a la política de los acuerdos”. Porque ya no es la intención o la subjetividad de quien lo dice lo que cuenta; en última instancia, es lo que la gente percibe que está detrás de tal declaración.

Desde 1989, cuando se negociaron grandes cosas, desde la preservación constitucional del sistema binominal, pasando por la mantención de Pinochet como comandante en jefe del Ejercito, hasta la mantención del Tribunal Constitucional, hemos visto como algunas personas han negociado, para bien y para mal, el destino de varias generaciones sucesivas de chilenos. Esa fue la época del Partido Transversal, constituido por unos pocos, selectos y privilegiados próceres de los cuatro partidos principales de la Concertación de Partidos por la Democracia. Fue también la época de la desactivación de las organizaciones que lucharon por el NO.

Después vino el período de la apertura económica del país, de los grandes tratados de libre comercio con diferentes partes del mundo. A nadie nunca se le preguntó si estaba de acuerdo o no. Se nos dijo que eso era bueno para el país, cuestión que se repitió como mantra una y otra vez. Puede que haya sido bueno, pero la verdad es que si usted no estaba en la cúpula del partido político, o en los cuadros técnicos altos de los ministerios involucrados en la cuestión, nunca se enteró de los argumentos a favor o en contra de una política de apertura comercial que, nuevamente, habría de incidir en el destino de varias generaciones sucesivas de chilenos.

Luego vinieron otras cosas más: las concesiones viales y la reforma de salud llamada AUGE, por ejemplo. Nos encontramos con una decisión tomada respecto del modelo de desarrollo que se instalaría en Chile y todos apreciamos que era mucho mejor andar en autopista concesionada que en carretera de una vía, pero nunca discutimos en colectivo las repercusiones futuras que esta política iba a tener. El AUGE, que fue resistido por los gremios de la salud, también se impuso y, como resultado de “grandes acuerdos” con la derecha en el Congreso, como tantas otras veces había pasado, lo bueno que tenía – el componente de solidaridad – terminó siendo sacado en el devenir de una negociación larga y tortuosa.

Por último tuvimos las comisiones: de pobreza, de reforma previsional, de educación, etc. La presidenta se preocupó de incluir más actores sociales y gremiales en dichas comisiones, de tal modo que estas no parecieran tan sesgadas desde la técnica. Pero su resultado final no fue diferente de lo ocurrido en los 15 años anteriores: los acuerdos finalmente fueron sellados por técnicos y bajo la tutela de la derecha política y económica. Entonces los secundarios quedaron resentidos, los cambios postergados, y las promesas de igualdad de oportunidades, soslayadas.

Todas estas cosas se fueron haciendo y todas fueron “acordadas” entre los dos grandes conglomerados políticos hegemónicos: la derecha, en primera instancia, con su poder de veto en el Congreso y con su concentración de poder político, económico y de medios de comunicación; y la Concertación, en segunda instancia, con su poder de iniciativa desde el Ejecutivo y su maquinaria electoral binominalizada. En el intertanto, la gente quedó en el camino, protestando de vez en cuando, alejándose siempre más de la política, sintiendo que su voz se tornaba crecientemente irrelevante.

Cuando aparece el tema de las farmacias coludidas, la opinión pública se entera del escandaloso “acuerdo” al que llegaron las tres grandes cadenas para lucrar a costa de la gente que necesita comprar remedios. El problema es que la conducta de esos actores no era más que el reflejo de lo que se venía haciendo desde hace décadas en nuestro país: la colusión en el ámbito económico y la colusión en el ámbito político. ¿Por qué se habría de castigar a los gerentes de las cadenas de farmacias cuando todo el mundo sabía que en todo orden de cosas unos pocos se han concertado entre ellos para, como dice la RAE, actuar ilícitamente en daño de tercero?

Usted me dirá, ah, pero una cosa es actuar a espaldas de la ley, y otra es converger en torno a intereses comunes sin contravenir la ley. El problema es que, y nuevamente citando a la Real Academia Española, “ilícito” es aquello que no es permitido ni legal ni moralmente. El tema de fondo es que la política de los acuerdos terminó siendo, a ojos de la ciudadanía, una inmoralidad.

La política de los acuerdos es criticable porque parte de una renuncia basal a inducir la crisis institucional. La Concertación se amarró en el mismo momento en que negoció la reforma de la Constitución de 1989 y especialmente cuando no logró anticipar que la consagración del sistema binominal sería la fundación sobre la cual se instalaría la colusión en la política. Se nos dijo que lo más importante era la estabilidad política del país, pero no se nos advirtió que esa hipoteca iba a durar más de 20 años.

Es inmoral una política de los acuerdos que se hace a espaldas de los ciudadanos. Pero la única crítica política honesta que se puede hacer 22 años después a quienes proponen que la solución al rechazo que tiene la gente a los políticos es reinstalar la idea de la política los acuerdos, es responder con convicción absoluta que la recuperación de la política para los ciudadanos pasa por deshacer el error histórico que significó negociar la transición a la democracia de la forma como se hizo. Eso requiere un coraje que esperamos ver hoy, en 2011, en nuestros líderes políticos. El momento en que los veamos actuando con arreglo a esta idea, las palabras “acuerdo” y “colusión” se separarán y volverán a tener el significado que deben tener en la percepción de la gente, y la política dejará de ser vista como una degradación y se entenderá como parte de la construcción civilizatoria de nuestra sociedad.

viernes, 3 de junio de 2011

¿Quién Manda Realmente en Salud?

El verdadero amo y patrón del sector salud es Mikel Uriarte, director del FONASA.

Abro el diario cada mañana e infaltablemente veo noticias sobre el Ministro de Salud, Jaime Mañalich. El mismo que se autodenominó hace algún tiempo como el “ministro de los enfermos” y se declaró militante del “Partido de los Enfermos”, lo que ameritó un estupendo blog de respuesta que se perdió en el ciberespacio.

Pero ¿es Mañalich quien realmente manda en salud? ¿Quién toma las decisiones? Yo sostengo que el ministro no corta ni pincha nada en las verdaderas decisiones sectoriales. Y si no es él ¿quién decide?

Hasta la administración Bachelet, en el Ministerio de Salud existía una división de presupuesto, que manejaba los recursos sectoriales que mantenían funcionando la red desde todo punto de vista. Hacienda transfería a la subsecretaría de Redes Asistenciales, y de aquí, vía la división de Planificación y Presupuesto, se canalizaban los fondos a los hospitales y se hacía control y manejo de la deuda hospitalaria, para bien o para mal.

Llegaron las nuevas autoridades y esta división se cerró. Ya no existe. Todos los fondos ahora se van de Haciendo directo al Fondo Nacional de Salud, cuyo director es Mikel Uriarte. Entonces, para responder a la pregunta quién manda en salud, la respuesta correcta es Uriarte, ya que sabemos bien que quien pone la plata, pone la música.

Usted dirá, con tanto poder y manejando prácticamente 3-4 puntos PIB, el hombre debe ser un crack de la salud pública. Pues miremos su currículum. Hasta su ingreso al gobierno, Uriarte era presidente de la Asociación de Aseguradores de Chile, cuya misión es apoyar el desarrollo de la industria aseguradora en Chile. Entre sus afiliados se encuentran las compañías de seguros generales y las compañías de seguros de vida, pero ninguna relacionada con la salud. De profesión es ingeniero comercial y es uno de los tantos “Cato Boys” que llegaron a gobierno con Sebastián Piñera. Su empresa de pertenencia era Cesce Chile Aseguradora S.A., dedicada al negocio de los seguros de créditos y garantías. Más currículum no se encuentra, y de salud, nada.

Entonces, esta es la situación:
  • Mañalich no tiene fondos sobre los cuales disponer. Su ministerio tiene apenas para el funcionamiento administrativo del mismo y para financiar los programas que caen bajo la tutela de la subsecretaría de Salud Pública.
  • ¿Dónde están los 9 mil millones de pesos que el ministro dijo hoy (en respuesta a Gonzalo Navarrete de la Asociación de Municipalidades) que están en manos de la atención primaria para actuar frente a las mayores necesidades asistenciales que se han generado en estos días?
  • ¿Qué rol está jugando Hacienda en este gobierno frente a las demandas sectoriales? Todos sabemos que las anteriores autoridades de Hacienda, con Velasco et al, jugaron un papel clave en la definición de políticas y prioridades públicas. Ahora, en cambio, Hacienda está en silencio.
  • Todo el manejo presupuestario de salud ahora está concentrado en FONASA. Si la relación con los hospitales también la lleva FONASA, entonces cabe preguntarse ¿cuál es la tarea de la subsecretaría de Redes Asistenciales? ¿Solamente coordinación? ¿Quién tiene la visión de conjunto de la red?
Podría seguir escribiendo preguntas pero no se trata de eso. Es claro que no hay un plan maestro para salud. Es por eso que el ministro de los enfermos se desespera porque le toca ir a las urgencias y ver las guaguas ahogadas por el esmog y por las infecciones respiratorias agudas. Y esta realidad está reventando unos establecimientos públicos que tienen que obedecer órdenes ya no del ministro (o de los subsecretarios, si se quiere), sino que del director de FONASA, quien pone las reglas del juego de cuánta plata van a tener y cómo la van a recibir.

En conclusión, por una parte tenemos que a lo largo de muchos años la gente viene señalando insistentemente que la salud es una de sus tres principales preocupaciones, tal como se pone en evidencia en todas las encuestas de opinión pública efectuadas (Adimark de ayer incluida). Y tenemos un gobierno que no se hace cargo de este clamor popular, como tampoco se hace cargo de legislar allí donde el Tribunal Supremo le dice que lo tiene que hacer para llenar los vacíos legales. Además, vemos un ministro debilitado porque no tiene recursos en sus manos para disponer en función de prioridades que respondan a las necesidades sanitarias de la población.

Pero por otra parte, tenemos un director de FONASA que actúa cual verdadero reyezuelo de la salud pública, abriendo licitaciones para privados, haciendo reestructuración financiera del sector, castigando a los un-poco-menos-pobres de entre los pobres (ahora quiere sacar a dos millones de beneficiarios de los tramos A y B de FONASA – los más pobres – y traspasarlos a los tramos donde hay que copagar), y ninguneando a la red de prestadores públicos con frases tipo si no te alcanza tu presupuesto entonces cierra tu hospital.

Y todo este savoir fair viene de una persona que hasta el 11 de marzo de 2010 no había hecho absolutamente nada en el sector salud, ni estudiarlo, ni trabajar en él. Es por eso que nos toca leer y ver todas las mañanas las extravagancias de nuestro ministro sectorial, atacando a los trabajadores de la salud, atendiendo guaguas, corriendo en una trotadora junto a la primera dama, llamando a restringir los autos catalíticos, o quitándole el cigarrillo a los que frecuentan pubs, porque no le queda más remedio...

sábado, 28 de mayo de 2011

Elección Municipal: 8 Consejos para Sobrevivir el 2012


Una cosa está clara. La derecha se presenta unida a las elecciones municipales de 2012. De eso, no hay duda. Y va con el apoyo absoluto del gobierno con todo su aparataje, como se debe hacer cuando se ha ganado el ejecutivo en elecciones democráticas: se va con todo para defender y consolidar el poder popular del que está en gobierno. Lo hicieron los de antes, lo van a hacer los de ahora.

Pero usted, querido lector, ¿sabe si la “Oposición” va unida? Porque cuando uno tiene claro que el gobierno se va a presentar con toda su maquinaria, uno se imagina que las directivas de los partidos de oposición tendrán absolutamente claro que se les viene encima un verdadero tsunami  que debe ser enfrentado unitariamente.

Pero fíjese que no es tan claro. Dicen que hay un acuerdo para alcaldes de toda la oposición. Es muy posible que yo sea una persona desinformada, pero la verdad es que no he visto ningún anuncio formal al respecto, sólo un “dicen”. Yo sí tengo clara una cosa. Si la oposición no se pone de acuerdo de una vez para levantar una lista común de alcaldes, esta elección va perdida nuevamente, y la siguiente también. Ese es el escenario en que el gobierno arrasa por default. Permítame hacer algunas sugerencias que son de sentido común como contribución a prevenir tal funesto presaggio.

Primero. Si es cierto que hay un acuerdo de toda la Oposición de llevar una lista común de alcaldes, comuníquenlo abiertamente y convoquen a los ciudadanos a participar activamente en las definiciones de lo que esos alcaldes dirán al pueblo.

Segundo. La gente espera que el acuerdo sea amplio y convocante de todos, sin exclusiones odiosas. Esperamos también que todos adopten una conducta generosa y sin divismos (antesala de divisionismos). Esta recomendación vale su peso en oro y que nadie se haga el leso.

Tercero. Definan los alcaldes en primarias abiertas. Por favor no repitan fórmulas fallidas y mezquinas como que los precandidatos tienen que ser militantes de partidos o designados por partidos. Abran las puertas de par en par para que de una vez por todas se de alimento a este Frente Unido por la Democracia que anhelamos tener.

Cuarto. Inviten a todos a participar en la formulación del programa que representarán estos alcaldes, y levanten comandos unitarios en cada región y localidad. Den libertad a la gente para que se organice cómo quiera y permitan que el relato y la narrativa (como se dice hoy) se construya desde abajo hacia arriba.

Quinto. Den espacio a los independientes con visión y experiencia política. Estas personas van a ser clave en la articulación de la oposición generando puentes entre los partidos políticos y la ciudadanía organizada en sus frentes y convocada por las redes.

Sexto. Dejen que en concejales florezcan las mil flores. No tiene importancia cuántas listas se presenten, y quiénes se juntan con quiénes. A nadie le interesa si hay un polo por aquí o por allá. Asegúrense, eso sí, que las listas tengan lineamientos claros en función de las ideas para que la gente elija según su conciencia.

Séptimo. Empiecen el trabajo HOY. Mañana podría ser demasiado tarde. Es cierto que el presidente que tenemos nos hace recordar todos los días el dicho de que no por mucho madrugar amanece más temprano, pero no por ello vamos a seguir aturdidos con estrés postraumático porque la derecha ganó. Apúrense porque el 2012 está a la vuelta de la esquina.

Y el último consejo. Una mitad para los dirigentes de la Concertación: no traten de subirse al carro de las rabias sociales; nadie les cree. Y la otra mitad para los líderes de las protestas: tienen que tener conducción política si quieren que sus demandas se traduzcan en cambios estructurales de nuestra sociedad. El divorcio entre los movimientos ciudadanos y la política es precisamente lo que permitirá que la derecha gane por default.


sábado, 21 de mayo de 2011

Medicamentos y Anuncios del Gobierno

"Hemos puesto en marcha una amplia agenda que incluye ... las mayores opciones para la venta de remedios que no requieren receta y que permitirán una reducción estimada de 25% en su precio. La nueva Ley de Fármacos, que exigirá el nombre genérico de los medicamentos y su venta en dosis unitarias, para abaratar su costo y comprar sólo lo que se necesita." Sebastián Piñera, 21 de mayo 2011.

Tres son los anuncios que se han hecho en los últimos días sobre remedios: 1) Agencia Nacional de Medicamentos, 2) venta de fármacos fraccionados en farmacias comunitarias, 3) bioequivalencia.

Agencia Nacional de Medicamentos

Se trata de una buena idea, y es positivo que se plantée claramente una voluntad política de crear este servicio, sobre todo si pensamos en el gasto que tiene el país en medicamentos y en la profundidad de alcance que tiene en la población el uso de los fármacos. Pero, como otros anuncios, trae letra chica, y la letra chica es que no se asegura que la agencia contará con autonomía del Ministerio de Salud, por lo que su creación podría terminar siendo inconducente frente a la necesidad de ordenar los intereses que tiene el mercado y proteger a las personas frente a estos intereses. En otros países donde existe este tipo de entidades reguladoras, estas son autónomas del gobierno de turno.

¿Cuál será entonces la misión de esta agencia de acuerdo a los anuncios escuchados? Parece ser que se busca una reducción de costos, lo que por sí no es malo. El problema se genera cuando la idea de ANAMED pasa a ser un medio para aumentar la competitividad en el mercado de los medicamentos, cuando la razón debería ser que toda la población pueda acceder a medicamentos de calidad comprobada.

Venta de medicamentos fraccionados en farmacias comunitarias

Esta medida no tiene viabilidad técnica para nuestro país. En países desarrollados sí se hace, pero requiere de una infraestructura, equipamiento y personal entrenado que Chile no tiene ni tendrá en el corto ni largo plazo. Como otros anuncios, quedará en la inconducencia.

La venta unitaria de remedios lleva directamente a la pérdida de trazabilidad y seguimiento de las fechas de vencimiento de los medicamentos. Tampoco queda claro cómo se podría asegurar la calidad del medicamento una vez retirado de su envase original o quién se haría responsable de problemas derivados por quiebre en la cadena de suministro de productos que necesariamente deben ser controlados en toda la cadena. Espero, de corazón, que el autodenominado Ministro de los Enfermos no se esté imaginando que en su farmacia de cadena (una de las tres, elija su favorita) el farmacéutico esté con la tijera cortando las tiritas de remedio.

Y sepa usted que para igualar condiciones de dispensación en la farmacia para entregar por dosis unitaria, se requiere contar con máquinas reenvasadoras cuyo costo promedio es de 20 millones de pesos. ¿Quién asumirá el costo de su implementación? Agrégele además que por ley las farmacias privadas no pueden abrir los envases en que vienen los medicamentos.

Parece que una cosa es el anuncio fácil, y otra cosa será la implementación. En este punto nos damos cita el próximo 21 de mayo. Veremos si el presidente pueda decir en su tercera cuenta anual que esto se llevó a cabo correctamente y sin comprometer la seguridad de los pacientes.

Bioequivalencia

Esta es una excelente propuesta que no es nueva ya que existen resoluciones al respecto de hace más de siete años. Hay que reconocer que falló la intención política para llevarla adelante porque la implementación de la bioequivalencia como requisito para la comercialización de fármacos de copia implica un freno al negocio de la industria farmacéutica no innovadora.

Una vez establecida la bioequivalencia de un producto, se puede anticipar que la formulación genérica será de menor costo y de eficacia similar, con lo que se puede asegurar un acceso universal mayor porque el precio será menor, sin afectar la seguridad del paciente.

En Chile, el proceso de exigencia de la bioequivalencia a productos similares empezó en 2008 con la realización de un seminario organizado por el ISP en que se convocó a la industria farmacéutica. En ese seminario se socializó la documentación técnica y regulatoria y se establecieron fechas para la exigencia de los productos farmacéuticos que contienen los principios activos clorfenamina y carbamazepina.

¿Existe capacidad para hacer todo esto?

Me preocupa lo que me han informado algunas fuentes. Hoy la incomunicación entre el ISP y el Ministerio de Salud es total. De hecho, el ISP se entera de los anuncios del ministerio sobre medicamentos por la prensa, anuncios tales como la prohibición de venta de pseudoefedrina, la venta fraccionada, etc. Preocupa la falta de coordinación entre las diferentes autoridades que tienen incumbencia en el tema, especialmente dado que el ISP está actualmente haciendo un esfuerzo loable de terminar con favoritismos hacia la industria farmacéutica, dando un trato igualitario a todos.

Por último, dos dichos que han salido a colación de este gobierno creo que aplican en este caso: del dicho al hecho hay mucho trecho, y otra cosa es con guitarra. Queda en evidencia que en materia de salud, el gobierno aún no encuentra su relato.

martes, 17 de mayo de 2011

Brünnhilde, la Walkiria Díscola (Parte 2): Los Comentarios

Quedé bien impresionada con la ópera de Wagner, Walkiria. Me llamó la atención especialmente su crítica a la moral de la época, muy profunda y muy ácida, válida absolutamente también para hoy.

Viendo esta ópera me preguntaba por qué Wagner habría elegido representar la valentía y la libertad, que aquí siempre figura como relativa, en un grupo de mujeres "amazonas" como las Walkirias. Y también me llamó la atención que el castigo para Brünnhilde fuera el destierro de Walhalla, este lugar que yo llamé de privilegio pero quizás tenga otras connotaciones también, dejándola sin defensas dormida en el mundo de los mortales para que cualquier hombre se pudiera aprovechar de ella.

Las óperas tienen eso que si nos dejamos llevar por el relato y la música, sin quedarnos pegados en las escenografías o en las cantantes gordas o los tenores feos, podemos fácilmente reinterpretar la narración a la luz de nuestra propia realidad. Me pasó de manera muy fuerte con La Boheme de Puccini en el Teatro Municipal hace algunos años (cuando tenía acceso al Palco Presidencial!!).

Boheme no era de mis óperas favoritas. Siendo de bella música, sin embargo el perfil de la protagonista no me agradaba: era libre y vivía sola en Paris, y a la vez pacata y devota. Extraña combinación. Se enamora del poeta pero después muere de tuberculosis rodeada de su amado y de su grupo de amigos pintores, escritores y poetas. Mientras discurría el tercer acto, súbitamente se me vino una imagen a la cabeza: esta mujer podría haber sido víctima de SIDA en los ochenta/noventa, y haber vivido la misma exacta situación de la protagonista de Puccini, también muriendo rodeada de sus amigos jóvenes y sin vuelta posible, de una enfermedad también contagiosa. Esa imagen me afectó mucho, porque me permitió conectarme por completo con el relato de La Boheme y, por supuesto, terminé llorando en los últimos compases de cierre de la música. Boheme es para mí ahora una ópera inolvidable.

Con Walkiria pasó algo similar. Me impactó mucho el castigo de Wotan: te irás de aquí y quedarás dormida al servicio de todos, y luego si es que despiertas, deberás ser esposa de alguien, hilar y servir; no portarás más armas ni andarás a caballo, no tendrás poderes mágicos y no tendrás función pública alguna.

Me viene a la mente la vida de las mujeres hoy. Muchachas en fiestas intoxicadas por alcohol, voluntariamente, o dormidas por efecto de algún sedante introducido a su bebida. Estas muchachas quedan expuestas a la misma situación que Wotan advirtió: dormidas para que los hombres hagan su amaño, inconcientes física y mentalmente. ¡Cuántas veces no he advertido a mi hija de este peligro! Estas chicas devoran el alcohol en las fiestas y quedan sin defensas, como Brünnhilde en el bosque, y expuestas a violaciones de todo tipo.

Me viene a la mente la contraposición dialéctica de Walhalla con el mundo de los mortales, este bosque incivilizado donde viven los hombres y no las Walkirias. En Walhalla las mujeres se ven poderosas, hacedoras, protagonistas; en el bosque las mujeres son sirvientas de hombres machistas y déspotas (véase primera escena de Walkiria, el trato que el viejo da a Sieglinde).

Qué triste que han pasado tantos años desde que Wagner describiera estas realidades en un mundo de fantasía operático como modo de denuncia y alerta frente a las conciencias dormidas de sus espectadores. Pero hoy, ¿alguien podría decir que las cosas han cambiado tanto?

Yo puedo dar fe que ni las nuevas generaciones de machitos chilenos tienen clara la película, y menos las chiquillas. Si usted es de los/las excepcionales que no incurre en machismo, siéntase aludido sólo en el sentido de que se necesita su voz y acción para que los/las "otros/as" sientan que su conducta no contribuye a una mejor convivencia.

Wagner, quién lo hubiese adivinado, me ayudó a fortalecer otro poco más mis convicciones feministas, hacerlas públicas una vez más, y sortear la autocensura que impone el miedo que tienen muchas mujeres de terminar siendo "lateras y barzas".

domingo, 15 de mayo de 2011

Brünnhilde, la Walkiria Díscola (Parte 1): El Relato

Ayer ví Walkiria, una de las óperas señeras de Richard Wagner. Fue una experiencia total y profunda. Como no sé mucho de la vida de Wagner y de sus intenciones filosóficas y musicales, lo que viene ahora son mis impresiones en bruto, no filtradas por conocimientos previos, y generadas en el contexto de la definición de "clásico", aquello que se recrea cada momento según su observador y según la época y cultura del observador, no del autor. Escribiré en dos partes. La primera describe el relato; la segunda, mis impresiones.

La historia de Walkiria es extraña. Cuenta de Siegmund, un joven de mala suerte que conoce a Sieglinde, una joven casada por la fuerza con un viejo. Ambos se enamoran a primera vista y se dan cuenta, por razones que no es del caso explicar, que son gemelos. Pero su amor es total, por lo que huyen de la casa del viejo. Aquí, ya en el primer acto, se presenta ante nosotros el problema moral del incesto y del adulterio.

Fricka y Wotan son los dioses que viven en Walhalla, un lugar de privilegio, algo así como Escandinavia. Wotan es el padre de los gemelos pero Fricka, su esposa, no es la madre. Aquí viene un diálogo intenso entre Fricka y Wotan; Fricka exige a Wotan que castigue la pareja por haber cometido incesto y adulterio. Wotan sufre por esto porque ama a Siegmund y porque él mismo ha sido libre. Le dice a Fricka que ella está demasiado amarrada a las convenciones y que debe permitir rumbos más libres. Ella se las juega y le muestra su dolor. Wotan opta por acceder a las "razones de Estado" de Fricka y preservar su unión con ella - que nació del amor - y le hace caso. Dejará morir a Siegmund.

Brünnhilde es hija de Wotan y media hermana de Siegmund y Sieglinde. Es una de las Walkirias, que son ocho más Bruni. Las Walkirias son las hijas de Wotan y son todas mujeres jóvenes empoderadas, fuertes, risueñas, guerreras, andan a caballo, son solidarias entre sí y tienen responsabilidades públicas, como reclutar héroes que sirvan a Wotan, su padre y regente. Brünnhilde es la favorita de Wotan y es su confidente. Wotan le dice que tiene que dejar morir a Siegmund y Bruni escucha atenta, pues Wotan le abre su corazón y le muestra el sufrimiento que lo aqueja ante tener que hacer esto que negoció con Fricka. Y manda a Bruni al reino de los mortales a quitar la espada mágica que Wotan algún día había dejado para que Siegmund encontrara y usara para luchar.

Brünnhilde baja al mundo mortal y se encuentra con los gemelos. Sieglinde está medio desmayada porque han debido huir del viejo por los bosques; además, después sabremos que ya está embarazada con hijo de Siegmund. La Walkiria Bruni le informa a Siegmund que deberá morir en batalla pero que si va con ella a Walhalla se salvará. Siegmund, preso del amor por su hermana, prefiere quedar con ella antes de salvarse él. Bruni queda conmovida por tal amor y cambia la sentencia de muerte, contradiciendo las órdenes de Wotan, y le dice que con la espada vencerá.

Luego empieza una batalla en el bosque. Sin embargo, aparece Wotan y ve que su hija se puso de parte de la pareja. Interviene en la batalla y rompe la espada de Siegmund, quien muere por mano del viejo. Wotan está indignado con su hija. Brünnhilde se hace cargo de Sieglinde embarazada y se la lleva a Walhalla.

El acto tres es la famosa cabalgata de las Walkirias, todas las hermanas de Bruni. Finalmente aparece también Brünnhilde con el cuerpo desmayado de Sieglinde. Las hermanas tratan de convencer a Bruni que no contraríe a Wotan, pero Bruni permanece firme en sus convicciones. Ella siente que debe ayudar a Sieglinde a sobrevivir y le pareció injusta la sentencia de Wotan influido por Fricka. Las hermanas huyen asustadas frente a la vista de la llegada de Wotan; también huye en el bosque Sieglinde para, en otra ópera de la saga, dar luz a Siegfried, el hijo de Siegmund.

Wotan se encuentra con su hija favorita. Aquí su ira es máxima. La debe castigar y la quiere castigar. El castigo tiene que ser ejemplar y le dice que le quitará su escudo y lanza, perderá su condición de inmortal, la sumirá en un profundo sueño y la dejará en la tierra de los mortales para que cualquier hombre que pase la pueda deshonrar a su gusto y ella no podrá defenderse. Y si llegara a despertar, terminará como todas las mujeres, hilando telas y haciendo labores de hogar en alguna casa y sirviendo a su marido.

Brünnhilde contempla con horror esta perspectiva de condena y ruega al padre para que al menos le coloque un anillo de fuego alrededor de su cuerpo expuesto y dormido de tal modo que sólo el más valiente pueda llegar a consumar el acto. Para convencer al padre de que flexibilice en algo su decisión inicial tan dura, se las juega para explicar las razones de haber apoyado a Siegmund, diciendo que, entre otras cosas, ella había leído el corazón del padre y conocía sus verdaderos deseos. Ella sigue firme en sus ideas díscolas y Wotan accede a la petición del anillo de fuego.

Termina la ópera con Brünnhilde dormida y rodeada de un enorme fuego eterno que sólo el más noble y valiente podrá sortear.

sábado, 14 de mayo de 2011

Porqué Voy a Dejar de Usar Twitter

Sí, voy a dejar de usar Twitter.

Twitter me ha servido bien, no me puedo quejar. Me sumé a esa red social en marzo de 2010 cuando todos empezamos a sentir el apagón en la prensa de toda idea diferente de la del gobierno. Entonces Twitter apareció como una alternativa para transmitir opinión sin censura y autogestionada.

Desde entonces me tocó vivir una experiencia que muchos podrán entender: el enviciamiento que genera Twitter, especialmente cuando uno empieza a desarrollar un Timeline entretenido. Recuerdo una tarde de sábado en invierno en que me salté la siesta y estuve pegada desde las 2 y media hasta las 11 de la noche. Pero antes de irme de reto de toda la familia, me reí mucho.

Después empezaron a llegar más seguidores y usé Twitter como un "arma" para hacer comentarios de tipo político, o también para educar/concientizar sobre la mala política de las concesiones hospitalarias. El Twitter estuvo totalmente disponible para convocar a la constitución de Salud Un Derecho que se formó solamente con twitteros.

Entonces...¿por qué dejarlo?

Porque estamos entrando en una etapa diferente. Esta semana ha sido crucial en cuanto a multiplicidad de movilizaciones sociales, muchas ciertamente autoconvocadas en las "redes sociales" como la del viernes 13 por la noche en protesta contra HidroAysén.

Sin embargo, hay dos cosas que me inquietan:
  1. La reducción de ideas a 140 caracteres, a veces recurriendo a una mala estrategia de múltiples posteos para profundizar algun planteamiento.
  2. La predica a los que ya están convencidos.
Entonces, voy a dejar de usar Twiitter, como "canal de distribución" de pensamiento político, y usaré este medio más retro, el blog, para comunicar ideas políticas o consideraciones sobre la actualidad y políticas de salud.

Twitter seguirá, qué duda cabe, siendo un lugar de encuentro con gente amable (muy mayoritariamente) y otra grosera e inculta (muchos menos). En Twitter me informaré de las convocatorias y publicaremos las nuestras.

Pero para las ideas, aquí. Los espero con los brazos abiertos y disponible para toda "revisión por pares postpublicación" (comentarios). Y, por de pronto, nos leemos durante la semana porque ciertamente esta va a ser noticiosa.

Otra cosa: me gusta escribir, pero intentaré ser breve, y de fundamentar en evidencia aquello que no es sólo opinión.