domingo, 15 de mayo de 2011

Brünnhilde, la Walkiria Díscola (Parte 1): El Relato

Ayer ví Walkiria, una de las óperas señeras de Richard Wagner. Fue una experiencia total y profunda. Como no sé mucho de la vida de Wagner y de sus intenciones filosóficas y musicales, lo que viene ahora son mis impresiones en bruto, no filtradas por conocimientos previos, y generadas en el contexto de la definición de "clásico", aquello que se recrea cada momento según su observador y según la época y cultura del observador, no del autor. Escribiré en dos partes. La primera describe el relato; la segunda, mis impresiones.

La historia de Walkiria es extraña. Cuenta de Siegmund, un joven de mala suerte que conoce a Sieglinde, una joven casada por la fuerza con un viejo. Ambos se enamoran a primera vista y se dan cuenta, por razones que no es del caso explicar, que son gemelos. Pero su amor es total, por lo que huyen de la casa del viejo. Aquí, ya en el primer acto, se presenta ante nosotros el problema moral del incesto y del adulterio.

Fricka y Wotan son los dioses que viven en Walhalla, un lugar de privilegio, algo así como Escandinavia. Wotan es el padre de los gemelos pero Fricka, su esposa, no es la madre. Aquí viene un diálogo intenso entre Fricka y Wotan; Fricka exige a Wotan que castigue la pareja por haber cometido incesto y adulterio. Wotan sufre por esto porque ama a Siegmund y porque él mismo ha sido libre. Le dice a Fricka que ella está demasiado amarrada a las convenciones y que debe permitir rumbos más libres. Ella se las juega y le muestra su dolor. Wotan opta por acceder a las "razones de Estado" de Fricka y preservar su unión con ella - que nació del amor - y le hace caso. Dejará morir a Siegmund.

Brünnhilde es hija de Wotan y media hermana de Siegmund y Sieglinde. Es una de las Walkirias, que son ocho más Bruni. Las Walkirias son las hijas de Wotan y son todas mujeres jóvenes empoderadas, fuertes, risueñas, guerreras, andan a caballo, son solidarias entre sí y tienen responsabilidades públicas, como reclutar héroes que sirvan a Wotan, su padre y regente. Brünnhilde es la favorita de Wotan y es su confidente. Wotan le dice que tiene que dejar morir a Siegmund y Bruni escucha atenta, pues Wotan le abre su corazón y le muestra el sufrimiento que lo aqueja ante tener que hacer esto que negoció con Fricka. Y manda a Bruni al reino de los mortales a quitar la espada mágica que Wotan algún día había dejado para que Siegmund encontrara y usara para luchar.

Brünnhilde baja al mundo mortal y se encuentra con los gemelos. Sieglinde está medio desmayada porque han debido huir del viejo por los bosques; además, después sabremos que ya está embarazada con hijo de Siegmund. La Walkiria Bruni le informa a Siegmund que deberá morir en batalla pero que si va con ella a Walhalla se salvará. Siegmund, preso del amor por su hermana, prefiere quedar con ella antes de salvarse él. Bruni queda conmovida por tal amor y cambia la sentencia de muerte, contradiciendo las órdenes de Wotan, y le dice que con la espada vencerá.

Luego empieza una batalla en el bosque. Sin embargo, aparece Wotan y ve que su hija se puso de parte de la pareja. Interviene en la batalla y rompe la espada de Siegmund, quien muere por mano del viejo. Wotan está indignado con su hija. Brünnhilde se hace cargo de Sieglinde embarazada y se la lleva a Walhalla.

El acto tres es la famosa cabalgata de las Walkirias, todas las hermanas de Bruni. Finalmente aparece también Brünnhilde con el cuerpo desmayado de Sieglinde. Las hermanas tratan de convencer a Bruni que no contraríe a Wotan, pero Bruni permanece firme en sus convicciones. Ella siente que debe ayudar a Sieglinde a sobrevivir y le pareció injusta la sentencia de Wotan influido por Fricka. Las hermanas huyen asustadas frente a la vista de la llegada de Wotan; también huye en el bosque Sieglinde para, en otra ópera de la saga, dar luz a Siegfried, el hijo de Siegmund.

Wotan se encuentra con su hija favorita. Aquí su ira es máxima. La debe castigar y la quiere castigar. El castigo tiene que ser ejemplar y le dice que le quitará su escudo y lanza, perderá su condición de inmortal, la sumirá en un profundo sueño y la dejará en la tierra de los mortales para que cualquier hombre que pase la pueda deshonrar a su gusto y ella no podrá defenderse. Y si llegara a despertar, terminará como todas las mujeres, hilando telas y haciendo labores de hogar en alguna casa y sirviendo a su marido.

Brünnhilde contempla con horror esta perspectiva de condena y ruega al padre para que al menos le coloque un anillo de fuego alrededor de su cuerpo expuesto y dormido de tal modo que sólo el más valiente pueda llegar a consumar el acto. Para convencer al padre de que flexibilice en algo su decisión inicial tan dura, se las juega para explicar las razones de haber apoyado a Siegmund, diciendo que, entre otras cosas, ella había leído el corazón del padre y conocía sus verdaderos deseos. Ella sigue firme en sus ideas díscolas y Wotan accede a la petición del anillo de fuego.

Termina la ópera con Brünnhilde dormida y rodeada de un enorme fuego eterno que sólo el más noble y valiente podrá sortear.